La Tierra se mueve como un yo-yo


Ponemos los pies en el suelo y es difícil creer que nuestro mundo, generalmente estable para nosotros, sea una olla en ebullición en su interior. Y lo es hasta el punto de que el manto de la Tierra, la capa de 3.000 km de espesor de rocas de silicato calientes situada entre la corteza y el núcleo,empuja la superficie arriba y abajo como si se tratara de un yo-yo. Un equipo de la Universidad de Cambridge ha realizado un amplio estudio con mediciones del manto terrestre en 2.000 puntos de los océanos de todo el mundo y ha encontrado que estos movimientos ondulatorios son muy diferentes a las predicciones hechas por los geólogos durante los últimos 30 años: se producen a un ritmo que es un orden de magnitud más rápido de lo que se creía. Los resultados se publican en la revista Nature Geoscience.

Estos movimientos tienen una gran influencia en el aspecto del planeta, ya que provoca la formación de montañas, y actividad volcánica y sísmica en lugares que descansan en mitad de las placas tectónicas, como Hawái o partes de los EE.UU.
«A pesar de que estamos hablando de escalas de tiempo que parecen increíblemente largas para usted o para mí, en términos geológicos, la superficie de la Tierra se sacude arriba y abajo como un yo-yo», explica Marc Hoggard, del Departamento de Ciencias de la Tierra en Cambridge y autor principal del artículo. «Durante un período de un millón de años, que es nuestra unidad de medida estándar, el movimiento del manto puede hacer que la superficie se mueva hacia arriba y hacia abajo cientos de metros».
Además de para los geólogos, el movimiento del manto de la Tierra es de interés para el sector del petróleo y el gas, ya que estos movimientos también afectan a la velocidad a la que los sedimentos se desplazan alrededor y se generan los hidrocarburos.
La mayoría de nosotros estamos familiarizados con el concepto de la tectónica de placas, por el que el movimiento de las placas rígidas en las que los continentes se asientan crea terremotos y volcanes cerca de sus límites. El flujo del manto actúa en adición a esos movimientos de las placas, cuando las corrientes de convección dentro del manto -similares a las que hay en una cacerola de agua hirviendo- empujan la superficie hacia arriba o hacia abajo. Por ejemplo, aunque las islas de Hawái se encuentran en el medio de una placa tectónica, su actividad volcánica no se debe a los movimientos de las placas, sino al flujo ascendente del manto en su interior.

La circulación de los océanos

«Nunca antes hemos sido capaces de medir esos movimientos con precisión. Durante las últimas tres décadas, los científicos habían predicho que los movimientos causaban cambios a escala continental muy lentamente, pero ese no es el caso», dice Hoggard.
Con las observaciones de la profundidad del fondo del mar, los investigadores fueron capaces de construir una base de datos mundial de los movimientos del manto. Descubrieron que el manto lleva calor de una manera caótica, pero con escalas de longitud del orden de 1.000 kilómetros, en lugar de los 10.000 kilómetros que habían sido predichos.
«Estos resultados tienen implicaciones más amplias: por ejemplo, en cómo hacemos un mapa de la circulación de los océanos del mundo, que se ven afectados por la rapidez con que el fondo del mar se mueve hacia arriba y hacia abajo y bloquea la ruta de las corrientes de agua», apunta Hoggard. «Teniendo en cuenta que la superficie se está moviendo mucho más rápidamente de lo que se pensaba, también podría afectar a cosas como la estabilidad de las capas de hielo y ayudarnos a comprender el cambio climático en el pasado».

abc.es

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