La secuenciación del genoma humano, y con ella la posibilidad de descifrar el perfil genético de una persona, fue uno de los proyectos científicos
internacionales más ambiciosos de la historia. Fue un hito sin precedentes que revolucionó la investigación y podría repetirse con un nuevo megaproyecto. Un grupo de 24 científicos de primera línea reclaman un esfuerzo económico y científico similar para sacar adelante otro gran proyecto, el que permitirá obtener un genoma humano sintético en diez años. O lo que es lo mismo, fabricar vida partiendo de cero en el laboratorio.
internacionales más ambiciosos de la historia. Fue un hito sin precedentes que revolucionó la investigación y podría repetirse con un nuevo megaproyecto. Un grupo de 24 científicos de primera línea reclaman un esfuerzo económico y científico similar para sacar adelante otro gran proyecto, el que permitirá obtener un genoma humano sintético en diez años. O lo que es lo mismo, fabricar vida partiendo de cero en el laboratorio.
«Se abre la puerta a la manipulación genética, con la creación de bebés de diseño o supersoldados preparados para la lucha y sin miedo».
Las posibilidades de crear organismos totalmente artificiales —no solo humanos— son infinitas. Tan apasionantes, como que esta estrategia podría salvar al planeta de su extinción, creando formas de vida que reparen el medio ambiente, o borrar enfermedades hereditarias incurables. Pero hay también quien ve con inquietud cómo se abre la puerta a la manipulación genética, con la creación de bebés de diseño o supersoldados preparados para la lucha y sin miedo, al estilo del hollywoodense Bourne.
Reescribir el ADN
El proyecto que aspira a seguir la estela del genoma humano ya tiene nombre. Se llama «HPGwrite», algo así como proyecto genoma humano escrito, porque ahora ya no se trata de leer el ADN humano sino de reescribirlo. La diferencia entre estos dos «es cuántica», advierte Andrés Moya, catedrático de genética de la Universidad de Valencia. «Ahora se quiere intervenir. No es solo leer lo que hay, es modificarlo. Es más,se pretende la definición de un genoma humano de referencia», advierte.
Secuencia base desalineada de ADN mostrada en una pantalla de computadora.
Hace semanas un grupo selecto de científicos, abogados y líderes de la industria tuvieron un encuentro a puerta cerrada en la Facultad de Medicina de Harvard, en Boston, para debatir este proyecto titánico. Pero la propuesta más oficial se ha lanzado en el último número de la revista Science. En un artículo para la discusión, veinticuatro científicos de primera línea —incluidos algunos de los que participaron en aquella cita a puerta cerrada— defienden la necesidad de este proyecto y llaman la atención sobre las infinitas posibilidades (algunas muy inquietantes) que puede traer la biología sintética.
Poner líneas rojas
A la cabeza de este debate se ha situado Jef D. Boeke, un genetista de la Universidad de Nueva York que es pionero en este campo. Su grupo fue el primero en fabricar el primer cromosoma sintético de un organismo vivo complejo, el de la levadura. Ahora Boeke y los otros 23 investigadores que firman el artículo proponen medidas para hacer más económico el proceso y reclaman una base de datos única para intentar coordinar todos los pasos que se están dando para modificar el ADN humano, así como de animales y plantas. Pero también plantean la necesidad de abrir también un debate ético y social antes de empezar a rediseñar la vida.
Manuel Porcar, del departamento de Biotecnología de la Universidad de Valencia, advierte de que «no se trata de hacer un ser humano, ni un feto o embrión, modificado genéticamente, sino de ensayos a nivel celular. Con la síntesis de genomas se podrán a punto técnicas de edición genética (con las que se pueden borrar, cortar y pegar genes a capricho) y, por otro, contribuir a la cura de algunas enfermedades hereditarias, por ejemplo», explica. Pero entiende que hagan un llamamiento a la ética y al debate social como paso previo al proyecto.
«Ahora se quiere intervenir. No es solo leer lo que hay, es modificarlo. Es más,se pretende la definición de un genoma humano de referencia».
En esta misma línea, Vicente Larraga, del Centro de Investigaciones Biológicas del CSIC, agradece que se sienten las bases para un marco ético y legal.
«La carrera desatada por las tecnologías que permiten modificar el genoma y la de síntesis puede desbocarse y es bueno regular la masa de conocimiento y patentes que pueden surgir», apunta.
«La carrera desatada por las tecnologías que permiten modificar el genoma y la de síntesis puede desbocarse y es bueno regular la masa de conocimiento y patentes que pueden surgir», apunta.
El catedrático Andrés Moya también aprecia el «tono positivo y esperanzador» con el que los proponentes se dirigen a la opinión pública. «Reclaman un debate amplio y sereno, poniendo por delante las bondades esperables de una iniciativa de estas características, sobre sus implicaciones éticas, legales y sociales». Moya también cree que este avance es imparable: «Podrá haber moratorias, principios de precaución, legislación apropiada en el seno de sociedades democráticas que regulen las intervenciones, pero lo cierto es que hace 25 años leímos el genoma humano y ahora planteamos sintetizarlo».
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